….Si la dejan….
Hasta que se decretó el estado de alarma, el teletrabajo y el trabajo a distancia eran anomalías propias de países modernos y para actividades muy seleccionadas. Sin embargo, no nos habíamos dado cuenta de que el trabajo a distancia ha sido la fórmula tradicional de prestación de servicios profesionales independientes. Y, si el contable, el asesor laboral o el informático independientes trabajaban para la empresa desde sus domicilios o desde sus propios despachos profesionales ¿por qué no iban a poderlo hacer los empleados de la empresa que dispusieran de los adecuados medios técnicos?
Como se ha comprobado durante el estado de alarma, el teletrabajo y el trabajo a distancia no solo son posibles, sino que en muchos casos proporcionan al trabajador una sustancial mejora de calidad de vida por el tiempo de desplazamiento ahorrado en ir al trabajo y en regresar desde él. Para las compañías ha servido como medida excepcional a través de la cual continuar su actividad productiva y, en el futuro, puede conllevar un sensible ahorro de metros cuadrados.
No tenemos una percepción de que el teletrabajo y de que el trabajo a distancia hayan sido motivo de particulares abusos, más allá de la disponibilidad permanente a las órdenes del empresario desde casa (cosa que puede pasar igualmente sin teletrabajar) o del aprovechamiento abusivo de la infraestructura particular del trabajador para servir a la empresa. Ciertamente se han producido algunos problemas para la conciliación de la vidas laboral y familiar, pero no se han debido tanto al teletrabajo como a la presencia de los niños en los domicilios familiares. En realidad es al revés porque el teletrabajo y el trabajo a distancia permiten casar mejor la vida familiar y la laboral. Así pues, como decíamos, no tenemos la sensación de que el trabajo a distancia haya sido una fuente de problemas sino al contrario.
El Gobierno, sin embargo, no parece verlo así. El Ministerio de Trabajo ha lanzado un anteproyecto de Ley que pretende regular con detalle el teletrabajo, controlando redundantemente puntos que ya están perfectamente regulados y legislando sobre cuestiones que aún no han sido objeto de polémica porque el empresario y el trabajador los han pactado a su gusto. Materias como la igualdad y la no discriminación, archirrepetidos en la legislación constitucional y en la social, no necesitan que una nueva ley vuelva a declararlas.
En el trabajo a distancia y en el teletrabajo lo que se han de aclarar son los aspectos sobre los cuales se ha visto que la libertad de las partes no era suficiente o sobre los que se han estado produciendo abusos: el horario de prestación de servicios, el equipamiento para el desarrollo del trabajo, los gastos en los que ha incurrir el trabajador y aquéllos en los que no ha de incurrir, las singularidades de la prevención de riesgos. En última instancia, la Ley sirve para resolver problemas, no para crearlos donde no los hubo.
Hay que agradecer la laboriosidad al Ministerio de Trabajo que, haciendo honor a su nombre, lleva una etapa de enorme prodigalidad normativa (¡No hablemos de las disposiciones que nos esperan en materia de igualdad!). Sin embargo, pese a que muchas veces se critica sobre legislar a partir de un acontecimiento -eso que llaman “legislar en caliente”- en esto parece que es mejor ser resolutivo que creativo. De lo contrario puede llegar a encorsetarse tanto el sistema que, como vino a decir el presidente de CEOE, si se hace tan complicado el trabajo a distancia, las empresas contratarán a sus empleados en países desde donde se pueda hacer lo mismo con muchos menos corsés.